Por Sebastián Jorgi
Al leer estas “Historias de bolsillo”, de Olga Ferrari, me dije cuántas sorpresas te da la vida. La autora asume todos los riesgos que deslinda este género tan ceñido. Y sale airosa, porque hace gala de la experimentación literaria en cuentos cortísimos de 50 y 100 palabras.
Y tras este desafío lúdico, en estas short short stories, expone los cruces de un mundo siempre en conflicto, infidelidades, desencuentros, situaciones insólitas, desengaños. La criatura humana está expuesta al azar y a imprevistos destinos. Hay ojos anónimos que observan y de pronto el prójimo puede tornarse cruel o sentir un beso para sellar un reencuentro.
Cada pocket es una placa radiográfica de seres existencialmente indefensos, como muñecos inmersos en instancias límites, en la Nada o en los bordes de un mundo roto, como vaticinara Gabriel Marcel.
Verdaderas piezas de relojería son estos cortísimos cuentos de Olga Ferrari, en donde la mirada juega roles diversos, no sólo como contemplación de ese mundo tan cotidiano como mistérico, a veces inadvertido, sino como observación psicológica minuciosa de esas gentes que iban y venían entre despedidas y adioses frustrados.
O de pronto nos presenta personajes sospechados o fuera de control o suicidas empujados por sus fracasos.
Claro, la ironía, será siempre un ingrediente que gravita en las ficciones de Olga Ferrari, donde el alerta tensiona cada trama. El reloj está en marcha y el tiempo corre hasta que el detonador cumplirá, inexorable, su obra.